Después de un accidente que lo dejó en silla de ruedas, Martín Londoño decidió darle un propósito a su vida. Fundó Matt Movilidad, una empresa que transforma las condiciones de personas con discapacidad a través de tecnología accesible y digna. Hoy tiene 35 años y, desde Medellín, su historia no solo inspira, sino que propone una solución concreta, innovadora y profundamente humana. En su tierra, muchos lo conocen, pero la verdad es que Martín le está dando la vuelta al mundo con su iniciativa. ¿Cómo hacer para que más personas usen su invento? ¿Cómo lograr que se pueda abaratar la producción de su dispositivo para que llegue a más gente? Esta es parte de su visión de liderazgo y resiliencia.
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Martín, tenías apenas 18 años cuando un accidente automovilístico cambió todo. ¿Qué pasó ese día?
Pues mira, yo tuve un accidente que nadie espera tener nunca. Iba en un carro sin cinturón de seguridad –hoy no me canso de insistir en que siempre hay que usarlo– y, tras un accidente, salí despedido por la ventana. Sufrí fracturas en cuatro vértebras, se me estalló un pulmón y estuve en coma. Sobreviví, pero mi vida cambió por completo. Vino una recuperación larga, difícil, en la que comencé a entender lo que significa vivir con discapacidad. No solo por lo físico, sino por todo lo que implica: las barreras, la exclusión, la dependencia.
Esa es la historia corta, pero seguro no fue fácil hacer el cambio a tu nueva realidad…
Al principio fue duro, claro. Pero yo siempre he tenido una personalidad que me empuja hacia adelante. No me enfoqué tanto en lo que había perdido, sino en lo que podía hacer con lo que tenía. Sin embargo, hubo momentos de quiebre. Después de años de fisioterapia, la posibilidad de volver a caminar no llegó. Y yo empiezo a tener como esa crisis de decir: “bueno, me estoy recuperando físicamente, pero entonces, ¿qué voy a hacer?”. Y empiezo, como te cuento, a encontrarme un montón de barreras: los buses no son accesibles, los taxis no te paran, moverse en un carro particular es mucho más costoso, parquear no es sencillo y son un montón de problemáticas a las que ‘Matt’ viene a darles esa respuesta…
No te me adelantes… Ahí nace ‘Matt’… ¿En qué consiste esta empresa que te inventaste?
Pues decidí que no me iba a quedar esperando a que el mundo se adaptara a mí. Si la ciudad no cambia, yo cambio mi forma de moverme. Como dicen por ahí: “Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña”. ‘Matt’ nace de esa convicción. ‘Matt’ significa Movilidad, Accesibilidad, Tiempo y Trabajo. Son los cuatro pilares que me devolvió este dispositivo: un sistema que se adapta a cualquier silla de ruedas en solo cinco segundos, sin necesidad de ayuda. Te permite moverte con libertad, autonomía y dignidad. Ir de un punto A a un punto B no debería ser una odisea. Cuando puedes hacerlo, se abren puertas: al trabajo, al estudio, a la vida social. Te vuelves a integrar a la sociedad. Eso fue lo que viví yo y lo que quiero que vivan muchos otros.
¿Cómo llegaste a desarrollar ese primer prototipo?
Después del accidente estudié diseño industrial. Al principio, no me enfoqué en la movilidad, sino que lancé una marca de lencería llamada La Rosa. Pero esa experiencia me hizo dar cuenta de algo: lo que me empujaba cada día no era la moda, sino la necesidad de moverme. Así que comencé a diseñar un sistema de arrastre para mi propia silla de ruedas. Y funcionó. Me di cuenta de que ahí estaba mi propósito real: ayudar a personas que, como yo, enfrentan barreras y no tienen soluciones. Ve una cosa: las personas más ricas del mundo están buscando hoy soluciones para cambiar las cosas en los países subdesarrollados, y nosotros acá tenemos todo el insumo para hacerlo, pero estamos pensando en otras cosas, en crear nuevas necesidades y no en solucionar las actuales.
Claro, y desde entonces no has parado…
No. Desde 2020, cada año hemos mejorado el producto, desarrollando nuevas versiones, adaptándonos a distintas necesidades. Pero lo más valioso es el impacto humano. Más de 180 personas han accedido a ‘Matt’ y ha cambiado sus vidas. Les hemos cambiado el ‘caminao’ literalmente, y no solo a ellas, sino a sus familias y a su movilidad. Es un tema holístico. No es solo andar; es darles la posibilidad de trabajar, de estar conectados con la realidad que los rodea sin que sean una carga. Cuando una persona con discapacidad recupera su autonomía, todo su entorno se transforma.
¿Cómo resumirías, entonces, ese impacto que ha tenido tu ‘Matt’?
Es profundo. No es solo una cuestión de movilidad. Es salud mental, es autoestima, es posibilidad de soñar. Con ‘Matt’, muchas personas pueden volver a trabajar, a estudiar, a disfrutar una salida sin depender de alguien. Es una herramienta de libertad.
¿Has llegado también a otros países?
Sí, hemos tenido experiencias hermosas. Una que me marcó fue en Nairobi, Kenia. Con apoyo del Gobierno británico, llevamos tres dispositivos para hacer pruebas con la comunidad local. Queremos no solo que se muevan, sino que sea la puerta de entrada a trabajos, a redes de apoyo. Hay empresas interesadas en contratar a personas con discapacidad que, con ‘Matt’, pueden desplazarse por la ciudad. Fue increíble ver cómo, incluso al otro lado del mundo, esta solución es útil, deseada, transformadora.
¿Y cómo logras que sea accesible económicamente? Porque todo suena muy chévere, pero, ¿y el costo
Sí, ese es el reto, en verdad. Hoy el ‘Matt’ cuesta 9 millones de pesos, que sigue siendo mucho para muchas personas. Otros dispositivos similares, fabricados en Europa, pueden costar entre 6.000 y 8.000 euros. Por eso creamos un modelo de renta con opción de compra: el lo usa, trabaja con él y va pagando poco a poco. Además, tenemos una fundación que recibe donaciones y cofinancia el para quienes más lo necesitan. Creemos profundamente en que ‘Matt’ no solo mejora vidas: puede generar ingresos, autonomía, independencia.
Hay una tercera vía –se imagina uno– y es que el Estado, porque este es un tema de salud pública e inclusión, subsidie esos equipos para la población discapacitada, ¿no...?
Ahí hay mucho por hacer; para allá iba. En Medellín hicimos una prueba piloto con el sistema de bicicletas públicas ‘EnCicla’. Adaptamos estaciones para que ‘Matt’ pudiera integrarse. Pero con los cambios de istraciones, el proyecto se frenó. También hemos logrado que algunas EPS entreguen dispositivos a través del sistema de salud. Y estamos intentando abrir una línea de trabajo con las Fuerzas Armadas, donde hay muchas personas que quedaron en silla de ruedas por causa del conflicto. Para ellos, ‘Matt’ puede ser una herramienta de paz, de reintegración social. No solo se trata de moverse: es reconstruir el proyecto de vida, insisto.
Don Martín, ya has llegado lejos con lo que estás haciendo, pero seguro te falta mucho aún. ¿Qué sueñas para el futuro?
Nuestro gran objetivo es bajar el costo de producción. Para eso, necesitamos producir a gran escala, hacer alianzas con gobiernos, acceder a financiación. También queremos llevar ‘Matt’ a más países, a zonas rurales, a territorios olvidados. Donde no hay aceras ni pavimento, ‘Matt’ puede ser la diferencia entre estar encerrado o ser parte del mundo. Eso es lo que queremos: cambiar realidades, una a una.
Dime una cosa, ¿cómo manejas los momentos de frustración? ¿Te dan ganas de tirar la toalla a veces?
Sí, muchas veces. Al principio, cuando estaba en la universidad, tuve pensamientos suicidas. La discapacidad te enfrenta a muchas cargas emocionales. Pero crear, emprender, trabajar, me salvó. Hoy sigo teniendo días difíciles. Hay retos personales, empresariales, emocionales. Pero también hay una convicción: la vida vale la pena. No será perfecta, pero siempre habrá algo por hacer. Caerse y levantarse es parte del proceso. Y levantarse no siempre es ponerse de pie: es seguir adelante con sentido.
Y uno habla contigo y se recarga de fuerza interior y sabe que vas a lograr muchas cosas en adelante. Gracias por eso, Martín…
Gracias a ti. Me gusta cerrar con una frase que repito siempre: “El que no vive para servir, no sirve para vivir. Si cada uno aporta un poco, desde donde esté, podemos cambiar el mundo, ayudando al amigo, al vecino o incluso al desconocido. De eso se trata. Ojalá que muchas más personas se sumen a esta causa. Entre todos, sí se puede.