Colombia ha aumentado su velocidad, pero no porque sea más productiva, sino porque se la induce a la ansiedad y a la pérdida de certezas. Uno de los instrumentos para ello son los medios y la exhibición de la violencia. Si nos comparamos con los formatos de cine de Hollywood o Netflix, el guion que más atrae sería esto: un pobre ser humano abandonado o derrotado por personas crueles, pero en la segunda parte esta víctima se llena aprendizajes y deseos vengativos, regresa al nido de criminales y "fumiga" a todos en nombre del bien común. El triunfo de las víctimas sociales antes maltratadas que en el discurso oficial pueden llamarse pueblo. No obstante, en la vida real el bueno no existe como héroe fácil de identificar, papel que podría jugar la ley, pero esta misma es burlada por los redentores: los victimarios en Colombia se han tomado el poder real y el de las representaciones.
Exguerrilleros, narcos, destructores de las estaciones de TM o enmascarados en estallidos y ladrones o estafadores imponen su ley violenta y se muestran con cinismo. Los medios corren a mostrar las desgracias que impone una agenda gubernamental. La educación, que podría ser el principal filtro de resistencias, al contrario, tiene su justo representante y aparece su ministro ante los medios acusando a la Unal de que lo rajó (por incapaz); mientras el Presidente lo acompaña mostrándose ante los noticieros muerto, no de la vergüenza, sino de la risa y confiesa orgulloso que él también está entre los rajados en títulos académicos. En esa bolsa de burlas a los saberes desde los medios metamos a las ministras de relaciones exteriores que no hablan inglés, a los embajadores que no conocen el idioma local, al minhacienda que es echado por saber, etc. Tenemos así un gobierno con medios pero sin educación.
Se podrá entender por qué al Presidente le interesan los medios y ahora obliga a los ciudadanos a verlo en horario estelar: mostrar el brutalismo de sus acciones convencido de que lo rudo es popular y gusta. ¿Por qué Petro es noticia? Los medios han encontrado en él su caramelo. Los desbarajustes de un gobierno que se estriptisea cada día pegan; ¿qué medio se resiste a mostrar el espectáculo? La nueva escaramuza por Canal 1 para dárselo “al pueblo” (alias Petro) es parte central de un impulso del desenfreno exhibicionista.
Estamos frente a un gobierno que decidió no pensar ni planear sino teatrear, frenesí y que lo feo sea el atractivo.