En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información
aquí
Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí. Iniciar sesión
¡Hola! Parece que has alcanzado tu límite diario de 3 búsquedas en nuestro chat bot como registrado.
¿Quieres seguir disfrutando de este y otros beneficios exclusivos?
Adquiere el plan de suscripción que se adapte a tus preferencias y accede a ¡contenido ilimitado! No te
pierdas la oportunidad de disfrutar todas las funcionalidades que ofrecemos. 🌟
¡Hola! Haz excedido el máximo de peticiones mensuales.
Para más información continua navegando en eltiempo.com
Error 505
Estamos resolviendo el problema, inténtalo nuevamente más tarde.
Procesando tu pregunta... ¡Un momento, por favor!
¿Sabías que registrándote en nuestro portal podrás acceder al chatbot de El Tiempo y obtener información
precisa en tus búsquedas?
Con el envío de tus consultas, aceptas los Términos y Condiciones del Chat disponibles en la parte superior. Recuerda que las respuestas generadas pueden presentar inexactitudes o bloqueos, de acuerdo con las políticas de filtros de contenido o el estado del modelo. Este Chat tiene finalidades únicamente informativas.
De acuerdo con las políticas de la IA que usa EL TIEMPO, no es posible responder a las preguntas relacionadas con los siguientes temas: odio, sexual, violencia y autolesiones
Adriana Marmorek, una artista en ‘El jardín de las delicias’
La artista plástica explora la obra maestra del Bosco en Espacio Alterno de Uniandinos.
Adriana Marmorek es una fanática de la obra de Hieronymus Bosch, ‘El Bosco’. Foto: cortesía de la galería
Adriana Marmorek es una fiel fanática del Bosco; tiene todos los libros que se han publicado sobre su obra y se sabe de memoria la posición de cada una de sus imágenes en el monumental volumen de Taschen; ha visto todos los documentales de los que ha tenido noticia.
Ha pasado horas felices y en la sala donde están sus piezas en el Museo del Prado y tiene un rompecabezas de 9000 piezas de 'El jardín de las delicias' que ha armado y desarmado para tratar de meterse en la cabeza del artista flamenco. El jardín de las delicias fue pintado hace 500 años y Marmorek es una víctima afortundada de sus encantos.
Su nueva exposición, La flor que picó la abeja, en el Espacio Alterno de la Universidad de los Andes (Calle 92 no. 16-11), explora un elemento del tríptico que encandiló a los surrealistas: los huevos cósmicos. En El jardín de las delicias aparecen varios huevos rotos de los que salen personajes desnudos, tienen sexo o realizan algún gesto extravagante, “los huevos cósmicos son un elemento base de la alquimia pero también de muchas civilizaciones”, sostiene Marmorek. “Ha sido un símbolo usado por muchos artistas. En el surrealismo por ejemplo, Leonora Carrington y Dalí. Hablan del origen, de la eternidad, de la fuente de la creación”.
Los ‘huevos cósmicos’ aparecen en varias obras de El Bosco y los retomaron los surrealistas; son un elemento base de la alquimia. Foto:cortesía de la galería
En la sala de exposiciones de Uniandinos los huevos están por todas partes, en una serie fotográfica, en piezas de cerámica, de vidrio o porcelana. En su interior, en lugar de ofrecer las ‘viciosas’ escenas del Bosco, los huevos de Marmorek apuestan por otra cosa. “El jardín de las delicias fue pintado en un cambio de era. El Bosco pinta el mundo plano dentro de una bóveda celeste a unos años de que Colón llegara al nuevo continente. Lo pinta entre el medioevo y el renacimiento. Nosotros también estamos en un cambio de era. Hice esta afirmación antes de llegar, el 5 de marzo del 2020, a la galería de Nohra Haime en Nueva York, con 36 cosmogonías rotas, hablando justamente de esto. Cinco días después de inaugurar, la OMS declaró la pandemia”.
Y tal vez -como una respuesta o una confirmación- las piezas de sus exposición de los Andes no tienen solo huevos vacíos o con humanos extravagantes dentro, sino que -entre sus paredes rotas- se abren espacio los tallos de pequeñas plantas que ofrecen un atisbo de esperanza en una era de calentamiento global y una deforestación brutal en la Amazonia. “Yo quería hablar de ‘flores y abejas’, de los cuentos que nos contaron de niños. Quería hablar de los paradigmas que estamos destruyendo y de su renacimiento. Y -en una pieza donde hay un pequeño racimo de uvas- traer a la conversación las uvas de Dionisio y su posibilidad de subir al cielo los placeres de la Tierra”.
El Bosco siempre hablaba del infierno y sus horrores; vivía en un mundo antropocéntrico. Hoy, la propuesta de Marmorek, en la que en lugar de hombres hay abejas y flores, sostiene el pulso de una nueva era.
La exposición tiene otras referencias al Jardín; en el del Infierno los amantes se miran en espejos. Y Marmorek crea varias piezas de vidrio soplado, espejos escultóricos, que invitan a vernos y a explorar nuestros propios demonios.