TransMilenio, pequeños ajustes que están teniendo resultados / Opinión

En los últimos días pasó desapercibido el informe que entregó TransMilenio sobre la disminución de colados, es decir, aquellas personas que conscientemente evaden el pago de la tarifa. Según el estudio, a noviembre de este año el porcentaje se redujo a 15,3 %, una cifra significativa teniendo en cuenta que, tan solo el año pasado, los reportes oficiales contabilizaban valores cercanos al 30 %.

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Bajar la evasión a la mitad significa volver a los valores previos a la pandemia, lo cual, aunque no es buena noticia, pues el problema persiste, sí demuestra que las intervenciones recientes están logrando tener los resultados esperados.

Para empezar, la mejora en infraestructura –con la introducción de puertas automáticas y el cambio de torniquetes– está teniendo efectos positivos. En un año, la evasión a través de los torniquetes bajó 10 puntos porcentuales. Y aunque para muchos s pueden llegar a ser molestos los torniquetes de piso a techo, estos –además de evitar los colados– están controlando el ingreso de objetos sobredimensionados como colchones, neveras y motocicletas.

Las cifras muestran una reducción del 70 % de evasión en las estaciones donde se han instalado las nuevas puertas, junto con barreras perimetrales y nuevos torniquetes.

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Ahora bien, en las estaciones donde aún no se han implementado estas medidas es notorio que los colados siguen aprovechando tales debilidades para ingresar al sistema saltando los torniquetes o las barreras de para personas con discapacidad. De hecho, la mitad de la evasión total se registra mediante dichos s.

Pero también están aquellos que siguen ingresando por las puertas y curvas de las estaciones, aprovechando la ventana de tiempo que otorga el arribo del siguiente articulado.

Se estima que las troncales con mayor evasión son: calle 13, Caracas sur y carrera 10.ª, razón de más para seguir fortaleciendo las intervenciones en estos lugares.

Dejando a un lado los cambios en infraestructura, hay que reconocer el trabajo que vienen haciendo los reguladores y gestores de convivencia, que suman más de 1.600 personas distribuidas a lo largo y ancho del sistema.

También hay que mencionar el trabajo de los 1.400 agentes de policía y el apoyo que brindan los 900 guardas de seguridad. Sus acciones están teniendo efecto en el control de colados. Sin embargo, no es una tarea fácil por la agresividad de muchos s y la intolerancia al momento del llamado de atención.

Y es que en el frente de cultura ciudadana las acciones se quedan cortas frente a quienes abusan del sistema. Tal es el caso de vendedores ambulantes, cantantes y hasta habitantes de calle, quienes ingresan permanentemente a buses y estaciones perturbando a muchos pasajeros y afectando la calidad del servicio.

En el mismo sentido está el problema de la seguridad, donde son comunes los robos por ‘cosquilleo’ en las horas pico a causa de la aglomeración de personas entrando a la estación o esperando un bus.

Nos hemos acostumbrado a criticar el servicio de transporte público y a tener una mirada negativa sobre TransMilenio, entre otras, alimentada por los mismos políticos que encuentran en la insatisfacción de los s un medio para ganar votos. Esta narrativa se expresó en los actos vandálicos dos años atrás, en los momentos más intensos de las marchas sociales, y se mantuvo con la toma de portales por la denominada primera línea.

Sin embargo, es importante reconocer los cambios que ha tenido el sistema TransMilenio recientemente. Una tarea silenciosa, y muchas veces ingrata, pero que, a la larga, está dando resultados positivos, a tal punto que después de registrar una insatisfacción del 63 % en el 2018, se logró bajar al 39 % en el último año, según BCV. Estás cifras evidencian que no hay que bajar la guardia y ser persistentes con las acciones para proteger el sistema.

ÓMAR ORÓSTEGUI

Director del laboratorio de Gobierno de la Universidad de La Sabana