Existe una problemática que está generando amplia preocupación a nivel global y tiene que ver con el de menores de edad a las plataformas de apuestas en línea. Del control físico que casinos y sitios de apuestas ejecutan para evitar que niños y adolescentes puedan entrar a apostar pasamos a un escenario digital en el que se logra burlar los controles de apps de apuestas, que también están prohibidas para los menores, quienes terminan entrando a un ‘juego’ que puede llevarlos a una ludopatía, a una seria adicción.
En el 2019 la Organización Mundial de la Salud decretó a la ludopatía como un trastorno mental y “del comportamiento persistente o recurrente que provoca un deterioro significativo personal y familiar”. Las más recientes cifras en Colombia son del 2020, de la Universidad Nacional, que revelaron que un 19 por ciento de estudiantes encuestados en esa época presentaban adicción a los juegos de azar.
En varios países de Latinoamérica el asunto ha tomado protagonismo y relevancia. En Argentina, por ejemplo, la semana pasada Lomas de Zamora, ciudad que hace parte del Gran Buenos Aires, ordenó bloquear las direcciones IP de los sitios de apuestas en las áreas escolares para evitar que los menores pudieran usarlas.
En ese país hay alrededor de 23 proyectos legislativos que tratan la ludopatía infantil para crear un marco regulatorio y de política pública más sólido para contener el fenómeno.
Este tema alrededor de menores apostando en línea pasa por varias problemáticas: el poco o nulo acompañamiento y/o entendimiento de padres y mayores del riesgo que supone para un niño, en etapa formativa emocional, enfrentarse al impacto de apostar y el ‘efecto recompensa’ que genera y que desemboca en una eventual adicción.
Las familias y los padres son los primeros responsables. De otro lado, el uso de móviles sin control en colegios también tiene un parte importante de la responsabilidad: docentes y asociaciones de padres están llamadas a debatir con seriedad y decisión este riesgo.
Y finalmente hace falta revisar la política pública de una industria poderosa que moviliza dinero al lado de los deportes, los torneos, copas, ligas, del gusto y atracción de millones, entre estos niños y adolescentes, que terminan en un ecosistema que no es permitido por ley para ellos y del que todos, padres, profesores y aplicaciones de apuestas, deben trabajar en conjunto para que así sea.
JOSÉ CARLOS GARCÍA R.
Editor Multimedia
@JoseCarlosTecno
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