Desde 2010 vengo diciendo que Messi es mejor que Maradona. He escrito más columnas sobre el tema que sobre cualquier otro (mal contadas, siete u ocho). Una vez escribí que Cristiano Ronaldo era mejor que Messi, pero fue porque necesitaba la plata.
Y no es que sea un visionario. El fútbol está sobreanalizado, cuando lo único que se necesita es mirar más la cancha y menos las estadísticas. Porque cuando hablamos de deportistas de tanta calidad, el palmarés es lo de menos y una Champions más o un mundial menos resultan irrelevantes.
Meses después del Mundial de Sudáfrica le comenté a un amigo que así Maradona fuera más habilidoso, más líder y hubiera ganado un mundial casi solo, Messi tenía más calidad, y que tras cinco años de carrera en el nivel más alto era imposible no verlo. En el apartado de ídolo, Maradona no tiene rival, pero como futbolista, Messi es más. Por esa misma época le dije también que James me parecía mejor que Valderrama. Ahora se permite la discusión, pero afirmarlo en 2011, tres años antes de la gesta de Brasil 2014, era casi un sacrilegio.
Soy un convencido de que en fútbol no se pueden evaluar cualidades individuales con el mismo criterio con que se contabilizan los títulos colectivos, y que para ser el mejor solo es necesario jugar mejor que los demás. Sin embargo, debo confesar que era más agradable defender mi punto de vista antes que ahora, cuando Messi al fin brilla en un mundial y todos han visto lo mismo que lleva haciendo dos veces por semana desde hace dieciocho años. Y como las personas sentimos fascinación cuando la historia se repite, hoy muchos están enloquecidos con él, hablando incluso de “El Messi más maradoniano”.
En este punto me da miedo que gane el mundial y que los elogios se vuelvan tan desmesurados que empiece a cogerle fastidio.
Pero Messi es Messi y ha hecho su propio camino. Su mejor mundial ha sido este, con 35 años, mientras que Maradona brilló en la plenitud de sus 25. Messi es callado, retraído (cada vez menos), nunca jugó en su país y triunfó en el Barcelona. Quizá nunca sea campeón mundial, y qué, ¿por qué tiene que tener una carrera calcada a la del supuestamente mejor de la historia para ser considerado candidato al título?
El punto es que ahora entiendo un poco a los que se alegran cuando al argentino le va mal. Es que si a mí, que soy fan suyo, me tiene hastiado tanto empalague, tanto servilismo, me imagino lo que le molesta a alguien a quien le cae mal por la razón que sea.
Tanta idolatría me hizo pensar en la frase “El mejor de la historia” y en lo déspotas que somos al utilizarla. Pelé, Maradona, Messi; a cada uno lo rotulan así, argumentando con supuestas evidencias lo que no son más que razones emocionales, porque, como bien dice una frase, la gente no olvida cómo la hizo sentir algo.
Pienso en esos ídolos cada vez más olvidados. ¿Por qué Neuer y no Sepp Maier? ¿Por qué Cristiano Ronaldo y no Sandor Kocsis? ¿Qué tiene Neymar que no tuvieron Leonidas o Arthur Friedenreich? ¿Por qué Guardiola es mejor entrenador que Vittorio Pozzo, Sergio Ramos superior a Beckenbauer o el mismo Messi mejor que Maradona?
Los jugadores del pasado no tienen doliente, muchos de los que disfrutaron con ellos ya han muerto, así que no tienen forma de defenderse, mientras que nosotros exclamamos con soberbia que tal o cual es el mejor, como diciendo a los demás cállense que ustedes no saben, pisoteando de paso el pasado.
Lamento las veces que dije que Messi era el mejor de la historia, incluso me dan ganas de pedir perdón, y ahora solo puedo afirmar que es el futbolista con el que más he disfrutado, porque entiendo que es imposible medir tal cosa. En este punto me da miedo que gane el mundial y que los elogios se vuelvan tan desmesurados que empiece a cogerle fastidio. Ojalá pierda porque muchas cosas he contemplado en esta vida, menos volverme un anti-Messi.
ADOLFO ZABLEH DURÁN