Pareciera que cuando sale al escenario, Joshua Bell se olvida de las decenas de premios que se ha ganado durante sus más de cuatro décadas de carrera, de los discos que ha grabado e incluso del valor del violín Gibson ex Huberman Stradivarius de 1713 que lo suele acompañar a sus conciertos.
Allí, ya sea rodeado de una orquesta, en solitario, o con alguno de sus grandes amigos con quienes toca música de cámara, se transforma simplemente en un hombre que es uno solo con su violín: el mismo que a los 14 debutó profesionalmente junto a Ricardo Mutti y la Orquesta de Filadelfia y el que a sus 39 años, cuando ya era uno de los solistas más reconocidos del mundo, tocó durante una hora en una estación del metro de Washington D.C. como parte de un experimento social y recogió 32 dólares, que le dejaron los transeúntes en la caja de su instrumento.
“Lo que hace Joshua Bell es tocar el violín”, dijo el crítico Stephen Greco. “Lo que Joshua Bell es, es un poeta, porque conjura desde su instrumento un sonido que no hace nada menos que decir por qué el ser humano se molesta en vivir”.
La última vez que el público de Bogotá pudo escuchar a este poeta de la música, fue en septiembre de 2022, cuando vino con la orquesta de cuerdas Academy of St Martin in the Fields, todo un hito para la música inglesa, para dar un concierto en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo. Ahora, el 24 de noviembre a las 5 p.m., Bell volverá al mismo escenario junto al pianista Peter Dugan, para ofrecer un recital en donde interpretarán la Sonata para violín n.° 21 de Mozart, la Fantasía para violín y piano de Schubert y la Sonata para violín n.° 1 de Gabriel Fauré.
Una vida dedicada a la música
Durante toda su vida, ha luchado contra el lugar común del niño prodigio. Es cierto que a los siete dio su primer concierto con la orquesta de su ciudad natal, Bloomington, Indiana, pero Bell, antes de decidir convertirse en un solista profesional, era un niño común y corriente que iba al colegio público, que sentía curiosidad por la computación y los videojuegos de principios de los años 80 y que se destacaba en los deportes, tanto que a sus 10 años fue campeón estatal de tenis. Su familia no tenía particularmente una “vena musical”; de hecho, si vivían en una ciudad con uno de los mejores conservatorios de Estados Unidos, era porque Alan, el padre de Joshua, era profesor de psicología en la Universidad de Indiana. Sin embargo, el violín que le regaló a su hijo cuando éste cumplió cinco años, desencadenó a uno de los músicos más expresivos de su generación.
La clave del triunfo de Bell, además del talento, fue la disciplina: a sus 12 años fue itido al campamento Meadowmount y desde ese momento empezó a tocar violín entre 4 y 8 horas diarias y a escuchar música clásica cuando se iba a dormir. Poco después ingresó al conservatorio para estudiar junto a Josef Gingold, uno de los violinistas más importantes de la primera mitad del siglo XX en Estados Unidos, quien le dejó de legado el aprecio por el sonido de los violines Stradivarius y le enseñó, realmente, a sentir la música que interpretaba: “Realmente, él me dio su amor por la música y por el violín”, le dijo Bell en una entrevista a la revista Strad. El resto fue, simplemente, una carrera en ascenso: desde su primera grabación a los 18 años, hasta los más de 100 conciertos que ofrecía anualmente a finales de los años 90, su Grammy en el año 2000, su interpretación para personalidades como Barack Obama y el nombramiento como director de Academy of St Martin in the Fields, en sucesión del fundador de la orquesta, Sir Neville Mariner.
Aprender siempre
Algo que caracteriza a Bell, sin embargo, es su curiosidad. El violinista siempre ha buscado ir más allá de la interpretación (algo que logra con excelencia) y por eso está dispuesto a buscar nuevos horizontes: en 2007, no tuvo problema con pasar toda una tarde tocando violín en una estación del Metro de Washington para un experimento social del Washington Post y actualmente, en parte por su interés por la ciencia, trabaja de la mano de empresas de tecnología para crear experiencias musicales en 3D y programas de aprendizaje digitales para jóvenes violinistas. “La educación nunca se detiene”, dijo también en la misma entrevista con la revista Strad.
Mientras tanto, Bell continúa girando por todo el mundo, en conciertos con grandes orquestas y recitales de música de cámara. Tras tocar durante una temporada varias obras de Gabriel Fauré en el Wigmore Hall de Londres, hará una breve gira latinoamericana en tres ciudades elegidas: São Paulo, Santiago de Chile y Bogotá, donde se presentará el 24 de noviembre a las 5 p.m. en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, escenario que ya lo ha recibido en el pasado. Luego seguirá hacia Australia, donde terminará su agenda de 2024.
Las boletas para el concierto de Joshua Bell el 24 de noviembre de 2024 a las 5 p.m. en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, están disponibles en
www.teatromayor.org.