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Selección Colombia: hora de mirarse los defectos... (Opinión)

Jhon Arias

Jhon Arias Foto: Vanexa Romero / EL TIEMPO

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El amor es eterno mientras dura. Y el de Colombia por su selección nacional ha empezado a vivir una de esas crisis en las que se va pasando de una reacción natural de normalizarlo todo -como quien espera que un meteorito venga a poner en su lugar todo lo que esté destinado a ser-, a verse obligado a decirse las más incómodas verdades, ahora que todavía hay qué rescatar y antes de que solo queden reproches y lamentos.
En ese marco terapéutico habrá que decir que Néstor Lorenzo, que tantas veces acertó, es el principal apuntado en esta, su primera doble jornada sin un solo punto en las Eliminatorias: en el plan contra Uruguay y luego contra Ecuador acertó en los cambios pieza por pieza (Quintero por James, Portilla por Lerma, Córdoba por Durán…) pero erró de manera notable cuando tuvo que ingeniarse soluciones.

¿Por qué es tan difícil hacer que Díaz se asocie y no se imponga una obligación de Mesías que no tiene en la Selección y que de hecho la perjudica?

 ¿Ejemplos? Inventó un delantero en Yerry Mina, improvisó un doble 10 y un doble 9 que ni genera ni define, sacrificó a Arias desdibujando las obligaciones que él mismo le asignó al ponerle traje de interior y no de extremo y, lo más complejo, confundió paciencia con letargo para hacer los cambios que le gritaban los partidos en Montevideo y Barranquilla. ¡Por menos hicieron leña de Reinaldo Rueda!
Siguiendo con las incómodas pero incuestionables realidades, ¿por qué es tan difícil hacer que Díaz se asocie y no se imponga una obligación de Mesías que no tiene en la Selección y que de hecho la perjudica? ¿Quién dice que a Daniel Muñoz no hay que darle una competencia de altísimo nivel y no solo una sombra como Santiago Arias para mejorar su nivel? ¿En dónde está escrito que a Richard Ríos no se le puede cuestionar un exceso en el regate o una pérdida que termine en gol? ¿Cuál es el diccionario que hay que usar para que Durán acepte que, tal vez, a los 20 años todavía no lo sabe todo, incluso si juega en la Premier?
Pero no, la solución es mirar en otra dirección, acusar de apátridas a los que cuestionan y de enemigos a los que dudan y hacer retiros en vez de concentraciones. El silencio, tan peligroso como la auto entrevista que está haciendo carrera ahora, es una práctica nociva e irreal: los grandes genios mundiales viven de darse trompadas, en sentido figurado, con sus más acérrimos críticos.
Así que vienen cuatro meses de decir verdades, de mirarse los defectos, de aterrizar en la incómoda realidad de no haber ganado nada y de desenamorarse de la idea del equipazo para reconocer que perdimos capacidad intimidatoria en las Eliminatorias: estamos siendo predecibles. 
Tomen nota de James, que nos representa a todos cuando dice que perdemos ‘por huevonadas’. Ya las vimos. Ahora resolvámoslas. El equipo sigue siendo competitivo y el camino es correcto. Solo no nos perdamos en la arrogancia, que de eso, en los últimos 40 años, no aprendimos nada.
Jenny Gamez A.
Editora de Futbolred
@jennygameza

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