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Noticia

Devuelveme el ráting / El otro lado, columna de Ómar Rincón

El crítico de televisión opina sobre 'Devuélveme la vida': "Una telenovela de las de antes".

Omar Rincon, El otro lado'

Omar Rincon, El otro lado' Foto: César Sánchez Carreño

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PERIODISTA CULTURALActualizado:

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Desafío XX es el ráting. Y Devuélveme la vida no lo hace mal. Se cayeron Los famosos y Rojo carmesí no arrancó. RCN jugó con cambios de horarios y creyó en la bulla digital y se diluyó.

Devuélveme la vida es acerca de la violencia histórica, esa de que matar liberales te llevaba al cielo, una historia del racismo histórico de con esos negros nada, odio de piel y clase que nos daña el alma hasta nuestros días (o si no miren los chistes sobre Francia y su helicóptero).

En este fondo social, la historia es un melodrama clásico: un amor que busca romper con el atavismo de clases y la exclusión de razas, un amor que lo puede todo. 
"Bien por el melodrama, mejor la denuncia social de fondo. Lo mejor, la producción técnica y visual".
El conflicto está en que los defensores de clase y blanquitud están dispuestos a todo: matar al negro, encerrar en convento a la blanca heredera para esconder su embarazo y una vez nace, le roban al hijo que nace de ese amor prohibido, le dicen que el bebé ha muerto y ella deprime, pero su instinto de madre le dice que su hijo está vivo.

Su realización es clásica y bonita. Imponentes paisajes. Dos épocas dicen que son los 50 y los 70. Colores, objetos, vestuario de época. Todo se ve majestuoso y potente: paisajes, locaciones, arte, menos las actuaciones de la primera época.
El casting parece acertado pero sus actuaciones son planas, se quedan sin ganas al lado del poder de la producción audiovisual. La pareja principal cumple y recita. El villano da poco.

Lo interesante está en que gira en torno a una dinastía terrateniente, una de las familias más poderosas del Valle del Cauca (no del azúcar, del algodón) que quiere mantener su estatus de madamases racistas, clasistas y machistas (¡oigan a los políticos caucanos de hoy! Y es la misma vaina).

Toda esta tradición de familia, dios y propiedad es resistida por la heredera que decide hacer la revolución por amor. Melodrama del bueno con paisaje social. Historia de machos muy machos, blancos muy racistas, terratenientes muy clasistas. “La gente de bien” en su expresión de pistola y Toyota, pero en los años 50 y 70 del siglo pasado. Poder, humillación maldad, traición y venganza. 
Lo social pasa porque se cuentan los cambios culturales y políticos de los 50 y 70. Y pone en primer plano el problema fundamental de Colombia que es el clasismo y el racismo. En todo lo que se expone hay mucho del dolor Colombia y de la barbarie que nos habita.

Una telenovela de las de antes, esa del amor romántico, esa del amor lo puede todo, tanto que derrota el clasismo, el racismo, el machismo. Lo cual no es cierto, pero permite suspirar y soñar.

Bien por el melodrama, mejor la denuncia social de fondo. Lo mejor, la producción técnica y visual que logran contar con verosimilitud, belleza y poder narrativo. Lo débil, las actuaciones. Por ahora, pasa y se deja ver.
ÓMAR RINCÓN
​Crítico de televisión
[email protected]

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