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Noticia

Así fue el accidente aéreo que estremeció a Colombia hace 100 años: el día más triste de la historia de Barranquilla

El 8 de junio de 1924 se accidentó el avión Tolima, en el Centro de la ciudad, muriendo sus seis ocupantes, entre ellos el pionero Ernesto Cortissoz y el piloto alemán Hellmuth Von Krohn. Crónica.

Instantes posteriores al accidente.
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La tarde del domingo 8 de junio de 1924, después del almuerzo, cinco hermanos --tres niños y dos niñas-- jugaban, bajo la estricta mirada de una institutriz alemana, en el balcón de su casa, mansión de arquitectura neoclásica en el barrio El Prado, de Barranquilla.

La casa, ubicada en la esquina noroccidental de la Caracas (hoy calle 53) con callejón de Aduana (carrera 50), era la puerta de entrada de El Prado, barrio surgido en 1920 como la primera urbanización de su tipo en Colombia, de esa Barranquilla, que, desde el siglo XIX, estaba como única ciudad cosmopolita del país.
ACCIDENTE AEREO EN 1924

Reproducción de fotografías sobre el accidente aéreo del 8 de junio de 1924 cuando un avión que sobrevolaban Barranquilla cayó sobre unas casas, se trataba del Junker de Scadta que lanzaba volantes para presionar la continuación de las obras en Bocas de Ceniza. Estas fotografías originales están en la hemeroteca de la Aduana. Foto:Reproducciones de la Revista Barranquilla Gráfica en Hemeroteca de la Aduana.

De pronto, el rugido proveniente del aire, por el sector norte, acaparó la atención de los infantes. Y, a los pocos segundos, apareció el causante de ese fuerte sonido: un avión, volando a baja altura encima de ellos. Un hombre, dentro del aparato, sacudía un brazo en señal de saludo.

Los niños, corriendo tras el avión que se dirigía al este, respondían con gritos: "¡papá, papá, papá!".
ACCIDENTE AEREO EN 1924

Museo Scadta ubicado en el Colegio Alemán. Aquí reposan piezas de antiguos aviones y documentación del antiguo Avianca.  Foto:Reproducción de documentos en Museo Scadta en Barranquilla.

Ese papá era el barranquillero de 39 años Ernesto Cortissoz Álvarez-Correa, banquero, diplomático, comerciante, fundador de la Cámara de Comercio, presidente de varias juntas directivas como la del Club Barranquilla, deportista pionero en su juventud y cabeza de causas cívicas y de empresas, como en esos momentos la gerencia del Banco de Crédito Mercantil (propiedad de su familia) y la presidencia de la Sociedad Colombo Alemana de Transportes Aéreos (Scadta), firma a la que pertenecía el avión.

Y los niños eran sus hijos, de matrimonio con Esther Rodríguez González: Clarita, Cecilia, Enrique, Fernando y Ernesto Jr.

La escena en la mansión y las palabras a continuación de los hermanos fueron publicadas, hace 50 años en el desaparecido Diario del Caribe, por el periodista e historiador Alfredo de la Espriella, para recordar la primera gran tragedia de la aviación colombiana, el accidente del avión Tolima, suceso que conmemoró un siglo el sábado 8 de junio.

"Yo recuerdo perfectamente cuando pasó el avión por la casa. Estábamos pendientes, pues mi papá nos había avisado que pasaría", recordó Clarita... "Nosotros alcanzamos a ver cuando el avión hacía como un 'looping the loop' (acrobacia)...", apuntó Enrique... "Cecilia y yo gritamos cuando vimos la columna de humo", agregó Clarita.

Un domingo de fiesta

Aquel domingo, Barranquilla se preparaba para una gran fiesta. El ministro de Obras Públicas, Aquilino Villegas, que llegó el sábado 7 en un vapor frutero a Puerto Colombia (Atlántico), procedente de Cartagena, y de inmediato se trasladó en tren a la ciudad, asistiría a una manifestación programada a las 4 p. m. en el Camellón Abello o Calle Ancha (Paseo Bolívar o calle 34). No era usual, hace 100 años, que los ministros salieran de Bogotá. En Puerto, a Villegas lo esperó una comitiva de 20 personas de la Gobernación.
Los 'Mártires de Bocas de Ceniza'.

Los 'Mártires de Bocas de Ceniza'. Foto:Cortesía comunidad Scadta en Facebook

La ciudad, entonces con unos 80 mil habitantes, estaba recostada sobre los caños del río Magdalena y pocos barrios, como El Prado y Boston (este, de clase media), comenzaban a surgir hacia el norte, encima de la Dividivi o Murillo (calle 45), hasta donde llegaba 'La Arenosa' con su principal barrio: el Centro.

Barranquilla no quería detener su progreso y crecimiento sin par en el país. Era el principal puerto fluvial en el Magdalena y el principal puerto aéreo latinoamericano. Y quería ser puerto marítimo, sin el pare en el muelle de Puerto Colombia, por lo que pedía a la Nación --motivo del mitin-- los trabajos de canalización de Bocas de Ceniza, desembocadura del Magdalena en el mar Caribe.
Y Scadta, empresa de las pioneras mundiales en aviación comercial que Cortissoz fundó en 1919 al lado de cuatro socios colombianos y tres alemanes, se unía a esa causa cívica: un avión, previo a la manifestación, lanzaría hojas volantes con el nombre de 'Bocas de Ceniza' sobre las calles de la ciudad, llenas de ciudadanos elegantemente vestidos, con saco y corbata, y el tradicional sombrero de 'tatarita'.

Esa mañana, mientras el Ministro visitaba Bocas de Ceniza, llevado en lancha por Eparquio González, gobernador del Atlántico, frente a la mansión de Cortissoz, en una casa de dos pisos que Scadta había arrendado como vivienda del personal alemán, en lo que hoy es el final Barrio Abajo, se planeó el operativo aéreo, que tendría como conductor al alemán Hellmuth Von Krohn, jefe de pilotos de la empresa.
Veterano de la Primera Guerra Mundial, que fue prisionero de los rusos, Von Krohn (hijo de alto militar alemán) vivía en Barranquilla desde el 4 de agosto de 1920. A los 33 años, era muy popular en la ciudad, al igual que en Girardot, Neiva, Cali y Bogotá, entre otras poblaciones. Hizo el primer vuelo a Girardot sobre el río Magdalena, abrió la ruta Barranquilla-Cali y fue el primero en cruzar la Cordillera Central. Además, era el rey de las acrobacias con el avión. Y se le iraba por su sencillez.

El piloto alemán Herbert Boy, que ese año llegó a Barranquilla traído por Von Krohn para vincularse a Scadta, en su libro 'Una historia con alas', afirma que en esa reunión, sentados en mecedoras en la terraza de esa que también era su casa, "ninguno de los barranquilleros allí presentes, y eran muchos, enardecidos todos por varias tandas de whisky, mostraba más entusiasmo que Von Krohn". Y que él, que era el copiloto, le cedió el puesto en el avión a Cortissoz.
ACCIDENTE AEREO EN 1924

Reproducción de fotografías sobre el accidente aéreo del 8 de junio de 1924 cuando un avión que sobrevolaban Barranquilla cayó sobre unas casas, se trataba del Junker de Scadta que lanzaba volantes para presionar la continuación de las obras en Bocas de Ceniza. Estas fotografías originales están en la hemeroteca de la Aduana. Foto:Reproducciones de la Revista Barranquilla Gráfica en Hemeroteca de la Aduana.

Allí, Von Krohn impidió que volaran como pasajeros Arturo de Castro, socio de Scadta y hombre que trajo de Inglaterra el fútbol reglamentario a Colombia, y David Senior, abuelo de Alfonso Senior, futuro fundador del club Los Millonarios de Bogotá y futuro presidente de la Federación Colombiana de Fútbol, quien 50 años después, el 9 de junio de 1974, consiguió para el país la sede del Mundial de Fútbol 1986, en Fancfort (Alemania). El abuelo de una destacada figura nacional no llegó a tiempo a la cita y se perdió la invitación del piloto.

En cambio, Von Krohn eligió como pasajeros, para el paseo que era usual en Barranquilla, a sus compañeros de vivienda, todos alemanes: Albrecht Nickish Von Roseneck, agente viajero de la empresa alemana Breuer Moller & Co.; Fritz Troost, empleado del Banco Alemán Antioqueño, y Christian Meyer, apoderado de la alemana Casa Fehrmann & Cia. El mecánico era Guillermo Fischer, nacido en Colombia pero de nacionalidad alemana.

La tragedia en el aire

Cerca de las 2 p. m., dijeron los Cortissoz a De la Espriella, salieron el presidente de Scadta y el as de pilotos al hidropuerto de Veranillo, a unos cuatro kilómetros, a orillas del río Magdalena. 50 minutos después, con dos tripulantes y cuatro pasajeros –-toda su capacidad--, empezó su vuelo el Tolima, un Junkers-13 (el primer avión metálico del mundo), de fabricación alemana, con matrícula A-16.

Tras volar sobre la casa de Cortissoz y la suya, Von Krohn dirigió la nave hacia el Camellón Abello (Paseo Bolívar o 34), principal calle de Barranquilla hasta la década del 80 del siglo pasado. Y empezaron a caer las hojas volantes de la campaña ‘Bocas de Ceniza’.
En la desesperación del señor Cortissoz… por unas de las ventanillas agitaba las manos como pidiendo socorro en los momentos que la nave caía…
Por el Camellón el avión giró a la derecha por el callejón Francisco J. Palacio (carrera 41) y subió hasta las calles Bolívar y Obando (41 y 42, respectivamente). De pronto, se escuchó un ruido raro y el avión, a escasa altura (se habla de 100 a 400 metros), giró a la derecha. Salía humo dentro de él.

El corresponsal de EL TIEMPO, uno de los miles de testigos en las calles, escribió que en “la desesperación del señor Cortissoz… por unas de las ventanillas agitaba las manos como pidiendo socorro en los momentos que la nave caía…”.

“... El pájaro metálico viró hacia la izquierda y su alerón derecho fue a golpear un gigantesco árbol de ceiba que había en la esquina (noroccidental de la Santander, hoy calle 40, con carrera 41)… La máquina dio una voltareta y en medio de una densa nube de humo se estrelló, estrepitosamente, contra unos palos de guayaba y almendra que había en el solar de la casa habitación de don Aníbal Glen”, escribió hace 50 años en El Heraldo el periodista Juan Goenaga, entonces estudiante, que estaba a unos 90 metros del lugar.
Registro del accidente aéreo en EL TIEMPO.

Registro del accidente aéreo en EL TIEMPO. Foto:Cortesía comunidad Scadta en Facebook

Segundos antes, desde la puerta de la cocina contigua al patio de esa casa número seis, localizada en la acera oriental de la calle Santander (40) entre los callejones de Francisco J. Palacio (carrera 41) y Veinte de Julio (43), la esposa de Aníbal Glen, doña Flora Salcedo, como casi todos los 80 mil barranquilleros, seguía con su mirada al avión. Cuando se lo vio venir para encima corrió dando gritos hacia el interior de la residencia, donde solo permanecía María, su hija.

“... A sus voces de socorro acudió inmediatamente la señora doña Isabel Cantillo de Martínez, esposa de don Juan Martínez, quien vive enfrente, y sacó de la casa a la señora de Glen y a su hija, conduciéndola a la suya. El joven Luis Alfredo Fernández, que se hallaba de visita en la residencia de la familia Martínez, acudió el (sic) primero al sitio de la catástrofe, llegando hasta donde estaba el aparato, que invadía el patio”, reseñó el desaparecido periódico barranquillero La Nación, en su edición del lunes 9 de junio de 1924, que reprodujo luego EL TIEMPO:
Me dirigí nuevamente hacia el aparato... las llamas lo rodeaban... Vi lleno de espanto que uno de los pasajeros sacaba una mano blanca y ensangrentada y con ellas me hacía señas desesperadas, y oí una voz quejumbrosa que me decía: Amiguito... ! Sálveme... ! Me muero...
“Llegué en momentos en que el avión era devorado por las llamas. Oí desgarradores gritos, quejidos profundos, voces de angustia que salían del interior de la nave... agarré a un hombre que se retorcía espantosamente y que era el único que estaba a mi alcance. Me tendió sus dos manos...”, dijo Luis Alfredo Fernández, que pasó al herido a su primo, Luis Carlos Fernández, que estaba en la calle.

“... Me dirigí nuevamente hacia el aparato... las llamas lo rodeaban... Vi lleno de espanto que uno de los pasajeros sacaba una mano blanca y ensangrentada y con ellas me hacía señas desesperadas, y oí una voz quejumbrosa que me decía: Amiguito... ! Sálveme... ! Sálveme! Me muero... ! Sálveme...!” (la familia Martínez Cantillo proporcionó fotos inéditas que fueron publicadas medio siglo más tarde por la revista Barranquilla Gráfica, que son reproducidas en esta crónica).

Barranquilla se conmocionó y la gente lloraba en las calles. Al lugar del accidente acudieron millares de personas, entre ellos el ministro Villegas, hospedado en el Club ABC, en Veinte de Julio entre las calles de San Juan y Jesús (36 y 37), a unos 270 metros. El Diario del Comerció sacó una edición extraordinaria ese mismo domingo, a las 9 de la noche.
ACCIDENTE AEREO EN 1924

Reproducción de fotografías sobre el accidente aéreo del 8 de junio de 1924 cuando un avión que sobrevolaban Barranquilla cayó sobre unas casas, se trataba del Junker de Scadta que lanzaba volantes para presionar la continuación de las obras en Bocas de Ceniza. Estas fotografías originales están en la hemeroteca de la Aduana. Foto:Reproducciones de la Revista Barranquilla Gráfica en Hemeroteca de la Aduana.

Cinco cuerpos fueron reconocidos en el sitio, entre ellos Cortissoz y Von Krohn. El rescatado por el joven Fernández, Fritz Troost, salió disparado del avión antes de chocarse con la tierra y, herido, fue conducido a la Clínica Unida, ubicada también cerca, en la San Blas (calle 35) entre callejones de Veinte de Julio y Cuartel (44). Murió a las 3 de la madrugada del lunes. Antes dijo al doctor Kupper, director de la clínica, que solo se dio cuenta de la emergencia cuando el hidroavión dio la primera vuelta en el aire, según reseñó la prensa.

¿Qué pasó en el avión?

A la esposa de Cortissoz, Esther, le ocultaron la noticia, pues estaba aislada en el segundo piso de la mansión, cuidando a su hijo, Alberto, nacido tres días antes. Solo se enteró a los 10 días, según relata su hija Clarita (madre de la periodista y empresaria Hilda Strauss), en el libro ‘Ernesto Cortissoz, conquistador de utopías’, de Miguel García Bustamante. El bebé Alberto murió a los 10 meses.

Por eso, a Cortissoz lo velaron en casa de su pariente Enrique Correa, en la calle Dividivi o Murillo entre callejones de Cuartel (44) y Líbano (45). A Von Krohn y los tres pasajeros alemanes, en el Club Alemán, en la calle inmediatamente de arriba, la Paraíso (47) entre Cuartel y Líbano. Mientras el mecánico Fischer, en casa de su hermano Carlos, dado que su esposa había viajado a Alemania.
Al llegar al sitio del accidente pudo constatar que el interruptor de la corriente había sido accionado, dejando sin corriente al avión
Al día siguiente, desde las 8 de la mañana, comenzó el desfile fúnebre, con el avión Santander, de Scadta, lanzando flores, a cerca de 20 mil personas asistentes. Cortissoz fue sepultado en el Cementerio Judío, extensión dividida por una pared del Cementerio Universal (en la calle Paraíso), donde fueron llevados Von Krohn y los alemanes. Fischer fue sepultado en el Cementerio Católico, unas cuadras más al norte.

¿Qué pudo haber pasado? Nunca hubo claridad sobre las causas del accidente. En el libro ‘Scadta, una utopía hecha realidad’, de los esposos Manfred Oeding y Myriam Vides, se reseña el comentario del testigo alemán Wilhelm Schnurbusch (abuelo de la reina de belleza Claudia Schnurbusch), ingeniero de la aerolínea que vino a Barranquilla en el mismo vapor con Von Krohn: 

“... al llegar al sitio del accidente pudo constatar que el interruptor de la corriente había sido accionado, dejando sin corriente al avión, algo que se debe hacer para evitar el incendio de la nave al estrellarse. Que se había oído una aceleración del motor a la vez que salía humo de este, que el piloto había acelerado y al mismo tiempo enriquecido la mezcla del combustible para tener la potencia para salir de la emergencia. Debido a la escasa altura a la que volaba el avión (350 a 400 metros) esta maniobra no tuvo éxito...

“...Al hacer el impacto con el suelo, se reventaron los tanques de gasolina que al hacer o con los hornillos de la cocina encendidos, incendió el avión... Schnurbusch informó que, según lo observado y oído, el piloto actuó de acuerdo a las circunstancias y con gran presencia de ánimo y serenidad...”.
Mausoleo de aviadores alemanes en el Cementerio Universal.

Mausoleo de aviadores alemanes en el Cementerio Universal. Foto:Vanexa Romero. EL TIEMPO

Pero no solo Barranquilla (que el 29 de abril de 1920 había registrado el primer accidente de la aviación nacional con un muerto, el piloto francés Jacques Jourdanet) conmocionó. Fue todo el país. El presidente de la República, Pedro Nel Ospina, en su mensaje solidario a Scadta, publicado en EL TIEMPO el 10 de junio, resalta:

“… Quiero tributar homenaje especial de respetuoso y cariñoso recuerdo a la persona y a la obra de mi amigo el valeroso y noble señor Von Krohn, cuyo espíritu y ánimo me tocó conocer de cerca y cuya muerte en estos momentos no vacilo en considerar como desgracia nacional”.

Ospina fue el primer presidente del mundo en hacer uso del avión y fue transportado por Von Krohn. EL TIEMPO abrió una cuenta a nombre del piloto, con 30 pesos, para levantar un monumento. Lo mismo hizo el Diario del Comercio en Barranquilla.

Casi nada, un siglo después

Un siglo después no queda prácticamente huella tangible de ese hecho en Barranquilla: apenas el monumento El Águila, en tributo a los denominados ‘Mártires de Bocas de Ceniza’, ahora en el Parque de los Fundadores, en el barrio El Prado, que muchos barranquilleros no saben qué significa. Y el aeropuerto que lleva el nombre de Ernesto Cortissoz, pero que está lejos en funcionalidad de la estatura del dirigente barranquillero.

El Gobierno Nacional accedió a la obra de canalización, pero el puerto marítimo tiene problemas por la sedimentación. Scadta dejó de llamarse así y se apartó al personal alemán, en 1940, y se convirtió en Avianca, segunda aerolínea más antigua del mundo, tras KLM.
Los 100 años de la primera gran tragedia de la aviación colombiana: el día más triste de la historia de Barranquilla

Así se ve hoy el lugar donde cayó el avión. Foto:EL TIEMPO

El hangar de Scadta es Patrimonio Nacional desde 2001, ahora en predios de la Escuela Nacional de Suboficiales ARC Barranquilla, alejado de la orilla del río. Tampoco muchos de los barranquilleros conocen que la calle 58, desde la carrera 54 (frente al coliseo Sugar Baby Rojas) hasta la Escuela de Suboficiales, lleva por nombre Von Krohn (en 1934, un avión con ese nombre se estrelló en la selva del Chocó).

La bella mansión de Cortissoz fue transformada en Casa Mariana, hogar religioso. Y permanece de pie, pero nada vistosa en su arquitectura. Igualmente está de pie la residencia donde vivían Von Krohn y las otras víctimas alemanas. Este edificio, de dos pisos, se mantiene intacto en la parte superior, mientras la inferior se dividió en locales comerciales.
ACCIDENTE AEREO EN 1924

Museo Scadta ubicado en el Colegio Alemán. Aquí reposan piezas de antiguos aviones y documentación del antiguo Avianca.  Foto:Vanexa Romero. EL TIEMPO

En un mausoleo de unos siete metros de altura reposan los restos de los alemanes, en el Cementerio Universal. Lo visitamos dos veces por estos días. Lo repararon y pusieron flores, seguramente por el aniversario. En la parte de atrás del mausoleo, donde hay otros nombres de alemanes sepultados, fue bautizada la calle como Los Protestantes.

En el lugar donde cayó el avión se construye un edificio de cinco pisos. Estuvimos ahí muchas veces sin saber que era el lugar del accidente, cuando había un hotel, cuyo propietario, Carlos Gutiérrez, era dirigente del béisbol del Atlántico. Se organizaban ruedas de prensa sobre ese deporte. El nombre del hotel de pronto tenía relación con las víctimas: Los Ángeles.
ACCIDENTE AEREO EN 1924

Reproducción de fotografías sobre el accidente aéreo del 8 de junio de 1924 cuando un avión que sobrevolaban Barranquilla cayó sobre unas casas, se trataba del Junker de Scadta que lanzaba volantes para presionar la continuación de las obras en Bocas de Ceniza. Estas fotografías originales están en la hemeroteca de la Aduana. Foto:Reproducciones de la Revista Barranquilla Gráfica en Hemeroteca de la Aduana.

Diez pequeñas piezas de los restos del avión Tolima permanecen en una vitrina de un acogedor y valioso museo de la aviación que la Fundación Colombo Alemana abrió durante la pandemia en el Colegio Alemán. Expertos consultados por este cronista afirmaron que son la Brújula, el Inclinómetro, dos estuches de cuero para guardar pequeñas herramientas y seis argollas de amarre cuando el aparato llegaba al helipuerto.

Se cumplen 100 años de la primera gran tragedia de la aviación colombiana que los abuelos hasta las últimas décadas del siglo pasado describían como el día más triste en la historia de Barranquilla...
Estewil Quesada Fernández
Especial para EL TIEMPO
En X: @EstewilQ
​Barranquilla

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