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‘No me beneficia mucho el aumento en el mínimo’: la voz de los informales bogotanos tras la decisión salarial

Esta es la historia de una mujer que cada día se busca el sustento diario de manera informal, cuentan cómo le impacta el incremento del salario mínimo.

Vendedores informarles dentro de las estaciones de Transmilenio

Vendedores informarles dentro de las estaciones de Transmilenio Foto: Sergio Acero Yate / EL TIEMPO

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Aunque sus jornadas laborales duran hasta 14 horas, a Vanessa Figueroa no le alcanza el salario mínimo durante el mes. Ella hace parte de los más de 1,3 millones de bogotanos para quienes el anuncio del aumento en el mínimo ni los emociona, ni los beneficia. Trabaja como cantante en los buses de TransMilenio y esa es su forma de trabajo, con la que sostiene su hogar junto a su esposo, quien también vive de cantar en los articulados.
Ella trabaja en Bogotá, mientras que él lo hace en Ibagué, por lo que en la actualidad vive sola en el municipio de Soacha. Los dos tienen discapacidad visual y aún así se desplazan por la ciudad y se suben al bus. En el caso de Figueroa, al TransMilenio, solo con su bastón guía. Con un micrófono, un parlante y un bolso azul terciado, la mujer se ubica en las puertas de ingreso para cantar buscando que los pasajeros le den una moneda o billete que sirva para subsanar sus gastos.
Como ella, una de cada tres personas que trabajan en Bogotá lo hacen en condiciones de informalidad, de acuerdo con la Secretaría Distrital de Desarrollo Económico. A diferencia de la gran mayoría de los colombianos, esta población no se interesó en el anuncio realizado el 24 de diciembre por el presidente de la República, Gustavo Petro, quien definió el valor del aumento del salario mínimo para el año 2025.
El Gobierno Nacional estableció que este incremento será del 9,54 por ciento, dejando el salario en 1’623.500 pesos con auxilio de transporte. Y algunos expertos advirtieron que esta decisión no contribuye a reducir la informalidad laboral que se vive en el país.
Para Figueroa, este anuncio, como el de todos los años, no le impacta de ninguna manera porque su salario no depende de una empresa, sino de sí misma.
“Yo trabajo sin recibir un salario fijo y no me beneficia mucho. Me parece bien por la gente a la que le subirán el sueldo el próximo año. Lo único que me beneficiaría es que, así como les pagan más, ojalá nos dieran también algo más a quienes trabajamos en los buses”, dice la mujer que desde hace 10 años utiliza los buses como su lugar de trabajo.
Vanessa Figueroa no le alcanza el salario mínimo durante el mes.

Vanessa Figueroa no le alcanza el salario mínimo durante el mes. Foto:Cortesía.

Su día empieza a las 6 de la mañana en Soacha. La mañana la dedica a alistar a su hija de 9 años, quien entra al colegio en la jornada de la tarde. Al terminar, se alista ella y se dirige a la estación de TransMilenio San Mateo, la más cercana a la casa donde paga arriendo.
Prefiere trabajar en horas valle en las troncales del norte de la ciudad, para que así el bus esté un poco más vacío y pueda transitar mejor por los pasillos del articulado mientras entona las canciones y recoge la colaboración de los pasajeros.
Su intervención dura cerca de siete minutos mientras interpreta dos canciones de balada romántica. Al finalizar, transita, como puede, por los pasillos del bus esperando que los pasajeros puedan reconocer su forma de trabajo con lo que les salga del corazón.
Aunque su meta es recoger 50.000 pesos diarios, no siempre lo puede hacer. Hay días malos en los que consigue mucho menos del objetivo. Si no ha logrado una cantidad de dinero que le permita irse a descansar tranquila, su jornada laboral puede extenderse hasta las 10 de la noche, acumulando más de 8 horas seguidas trabajando y exponiéndose a hechos de inseguridad que puedan presentarse en el trayecto hacia su vivienda.
Al finalizar, nuevamente llega a la estación San Mateo y camina hasta su hogar, donde, como el resto de los ciudadanos, sí la esperan gastos fijos como el arriendo de la casa donde vive, en la que ya le informaron que sube el canon para el próximo año, los servicios públicos, el mercado y el sostenimiento de su hija.
Con el día a día, al final de mes puede alcanzar una cifra que se acerca a 1’200.000 pesos, monto con el que debe sortear los gastos mencionados que, según calcula, pueden ascender a 1’600.000 pesos.
Por esta razón debe acudir frecuentemente a préstamos de personas cercanas para cubrir los gastos que no alcanza a pagar con lo que recoge de su trabajo en las calles.
“A veces me siento hasta el cuello y aparecen nuevos gastos. Hace poco se me dañó el parlante con el que trabajo y me tocó pedir prestado para arreglarlo. Esa deuda la pagué con otra deuda y así uno va abriendo unos huecos para tapar otros”, afirma Figueroa.
Bogotá. 9 de junio de 2024. Vendedores informarles dentro de la estación de Transmilenio Ricaurte. Foto: Sergio Acero Yate / El Tiempo. Crédito: CEET Fotógrafo: SERGIO ACERO YATE

Vendedores informarles dentro de la estación de Transmilenio Ricaurte.  Foto:Sergio Acero Yate

Aunque el anuncio del salario mínimo no le interesó, lo que sí la afectó directamente fue la noticia del incremento en el precio del pasaje de TransMilenio para 2025, gasto que cada día debe pagar para poder trabajar. Aunque para la mayoría los dos incrementos están relacionados, a ella solo le importa el de TransMilenio.
Siempre, al empezar su jornada laboral, Figueroa recarga la tarjeta Tu Llave con dos pasajes al día. Es decir, durante el 2024 pagó 5.900 pesos diarios para ingresar a las estaciones que son su lugar de trabajo. No obstante, el próximo año deberá destinar 6.400 pesos.
En perspectiva, si antes debía conseguir 120.000 pesos mensuales solo para ingresar al sistema, este año deberá conseguir 130.000 de sus ganancias diarias, lo que significa que ahora termina destinando más de una décima parte de lo que puede recoger al mes.
Aunque este incremento aplica en las mismas condiciones para los s de un sistema que realiza cerca de cuatro millones de viajes al día, para Figueroa es un escenario peor.
Quienes trabajan formalmente para alguna empresa, el próximo año verán un incremento en su salario, cosa que para esta mujer de 33 años no es igual. Sus ingresos no subirán, sino que seguirá dependiendo de lo que los pasajeros le brinden al terminar las canciones que interpreta para ganarse la vida.
Además, contrario a los asalariados, ella no recibirá un auxilio de transporte adicional para subsanar ese gasto obligatorio, que este año se fijó en 200.000 pesos.
Figueroa, quien padece baja visión, trabajó en 2014 como empleada formal para una empresa distrital. Solo duró 2 años con contrato y asegura que muchas compañías todavía no muestran todo el compromiso para contratar trabajadores con alguna discapacidad.
“Hay un gran temor de los empresarios porque piensan que nosotros no tenemos la capacidad suficiente para desempeñar ciertas labores. Es como un riesgo que no quisieran tomar”, concluye Figueroa, quien por ahora solo sigue viendo oportunidades en el sistema de transporte público de Bogotá.

Más noticias sobre Bogotá: 

NICOLÁS DÍAZ MALPICA
Escuela de Periodismo Multimedia EL TIEMPO

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