‘Un gran vino es aquel que es capaz de ponerte los pelos de punta’

El hombre detrás de Marqués de Murrieta, la bodega española a la que le llueven reconocimientos.

Vicente Dalmau Cebrián-Sagarriga, conde de Creixell y cabeza de la bodega española Marqués de Murrieta (Rioja). Foto: Cortesía: Marqués de Murrieta.

EditorActualizado:
Vicente Dalmau Cebrián-Sagarriga, conde de Creixell, está al frente de una de las bodegas españolas más premiadas a nivel internacional en los últimos tiempos: Marqués de Murrieta.
Su Castillo Ygay 2010 fue elegido como el mejor vino del mundo en 2020 por la revista Wine Spectator; en el 2016 lograron que por primera vez en la historia un vino blanco español recibiera los cotizados 100 puntos de Robert Parker (Castillo Ygay, 1986, viura y malvasía); son la bodega española con más vinos calificados con 100 puntos en The Wine Advocate, la famosa guía creada por Parker; a comienzos de 2022, su enóloga, María Vargas, fue escogida como la mejor enóloga del mundo en los Wine & Spirits Awards y este año lograron el reconocimiento como mejor bodega del planeta en los premios de la Red Mundial de Grandes Capitales del Vino.
Le puede interesar leer: No, el vino no tiene nacionalidad
Sin duda, unos pergaminos deslumbrantes. Pero en la vida del actual Conde de Creixell no todo ha sido un camino de rosas. La repentina muerte de su padre a causa de un infarto lo obligó a hacerse cargo de Marqués de Murrieta a los 25 años, una bodega riojana con 171 años de historia que su familia adquirió en los años 80. Y también de Pazo de Barrantes, una bodega en Galicia que hace parte de su linaje desde 1511. Y al principio, nada fue fácil para él.

El Castillo Ygay 2010 de Marqués de Murrieta (Rioja, España) fue elegido como el mejor vino del mundo en el 2020 por Wine Spectator. Foto:Cortesía: Marqués de Murrieta.

De todos los galardones que han recibido recientemente, uno pensaría que la elección de Castillo Ygay como el mejor vino del mundo ha sido el más importante: ¿es así para ustedes?
Lo de Wine Spectator fue importantísimo porque solo había un vino –entre muchos, cientos– que podía llevarse la distinción de ser elegido como el mejor del mundo y ese reconocimiento, concedido por una de las publicaciones más importantes del sector, puso el foco más sobre nosotros y lo que estamos haciendo, y ha sido un punto de inflexión total: no porque estemos ofreciendo más calidad que antes, sino porque ahora estamos más expuestos y más gente quiere probar nuestros vinos en todo el mundo. Y quiero agregar que una de las cosas más gratificantes es que cuando la gente prueba el vino considera que el premio ha sido justo, no injusto, y eso es lo que más felicidad me da.
Somos una bodega de perfil exportador, el 70 por ciento de nuestra producción va al exterior y los premios nos han disparado aún más a nivel internacional.
Y el Ygay estará ya todo vendido, imagino...
Sí, todo. Y con cupos muy apretados. Hablamos de 15.000 botellas y tenemos presencia en 104 países. Somos una bodega de perfil exportador, el 70 por ciento de nuestra producción va al exterior y los premios nos han disparado aún más a nivel internacional.
¿A qué atribuye este alud de reconocimientos para Marqués de Murrieta? ¿Cuál es la clave secreta?
No hay clave secreta. Lo que he hecho durante 28 años es trabajar día y noche. Yo creo que una persona puede ser más inteligente que otra, pero donde haya trabajo, seriedad y constancia, eso marca la diferencia. He creído en España muchísimo, he tenido muchísimo respeto por lo que se ha hecho en Rioja y mucho respeto por el concepto del tiempo en el vino, porque pienso que no hay nada que sin una mirada de largo plazo pueda ser grande.
¿Qué es un gran vino para usted?
Un gran vino tiene que ser primero el reflejo absoluto de su origen, tener identidad. Y tiene que ofrecerte sensaciones especiales. No es solo calidad, tiene que ponerte los pelos de punta, transportarte a otra galaxia y hacer que te preguntes: ‘¿qué es esto?’.

Aspecto del interior de la bodega de Marqués de Murrieta en Rioja. Foto:Cortesía: Marqués de Murrieta.

¿Su variedad preferida?
No hacemos ni un solo vino de una sola uva, porque creemos en la positiva sumatoria de las virtudes de cada uva. Por eso las variedades se crían por aparte y luego se mezclan según lo que creemos que es mejor en cada añada.
¿Qué les falta a España, en general, y a Rioja, en particular, para tener el nivel de prestigio que tienen hoy regiones como Burdeos y Borgoña, en Francia, o como Toscana y Piamonte, en Italia?
Creo que España lo tiene todo en el ámbito del producto: tiene calidad, tiene personalidad, alma, factor diferencial. Pero, históricamente, a España le ha faltado creer más en su enorme calidad y también, entender que construir una gran marca no es algo que se hace en dos días: que se requieren inversión y constancia. Es lo que han hecho los ses, que descubrieron que tenían máxima calidad, han creído en su país y llevan años invirtiendo en eso, más que nosotros: en moda, perfumes, quesos o vinos, en el campo que quieras. Y otro tema fundamental es la unión de fuerzas. En el mundo del vino español no ha habido tanta unidad. Y si bien es fundamental que todos tengamos personalidades distintas, porque eso hace que lo que ofrecemos sea más rico, creo que hace falta una mayor unidad entre todos para impulsar el concepto del vino español de alta calidad en el mundo.
El vino te enseña dos
cosas fundamentales: lo importante que es hacer las cosas con calma y lo importante que es el equilibrio en la vida.
Se hizo cargo de la bodega a los 25, ¿qué le ha enseñado el vino desde entonces?
El vino te enseña dos cosas fundamentales: lo importante que es hacer las cosas con calma y lo importante que es el equilibrio en la vida... En una familia, en una empresa, en una relación de amigos. Donde no hay equilibrio, no hay belleza ni armonía. Además, el vino te enseña lo que es el significado del paso del tiempo, el sosiego que requieres para hacer las cosas realmente bien. Si vas con prisas no hay equilibrio y todo, tarde o temprano, se derrumba.
Tienen más de 170 años de historia y al mismo tiempo innovan constantemente. Sacaron un superrosado de mazuelo que se agotó en poco tiempo y están haciendo albariños de larga crianza... ¿Cómo combinan tradición e innovación?
El motor es la continua búsqueda de la excelencia. Yo soy tremendamente inquieto, tremendamente perfeccionista y me pregunto todos los días si lo que he hecho está bien o tengo que cambiarlo. Cuestionarte continuamente sobre lo que estás haciendo, para mejorarlo, te lleva a adentrarte en mundos nuevos y a construir proyectos ambiciosos.
Por ejemplo...
Bueno, nos tardamos 9 años construyendo el rosado, porque el objetivo era hacer algo único y excelente, o no lo hacíamos. Para llegar al Ygay de hoy hemos trabajado mucho. Y en el caso del albariño, salimos del mercado durante tres años, hasta que pudimos lograr algo realmente diferencial: un vino con tres años como mínimo de crianza en bodega, y del cual un 15 por ciento pasa por barricas de acacias.
Es cierto que antes el blanco era un vino de segunda división en nuestro país, pero eso cambió. Y al punto de que me atrevo a decir que el gran país de blancos del futuro va a ser España.
Ustedes lograron los primeros 100 puntos Parker para un blanco español, un vino de viura y malvasía con una guarda prolongada. ¿Sigue España desdeñando a sus blancos?
En los últimos años ha despertado intensamente el mundo de los blancos en España. Hay grandes productores en distintos rincones del país haciendo blancos muy serios: blancos criados, blancos profundos, complejos... Es cierto que antes el blanco era un vino de segunda división en nuestro país, pero eso cambió. Y al punto de que me atrevo a decir que el gran país de blancos del futuro va a ser España. Tengo una envidia sana por las cosas maravillosas que han hecho en Francia, porque además de tener una calidad espléndida, están en el precio que se merecen. Pero tenemos las uvas, los bodegueros y la calidad para ponernos a la par. Y no lo digo yo, lo dicen grandes medios especializados.

Conde de Creixell junto al viñedo de donde sale su ya legendario vino Castillo Ygay. Foto:Cortesía: Marqués de Murrieta.

¿Qué nuevos proyectos tiene en mente para Marqués de Murrieta?
Los sueños son claves en la vida. Yo me voy todos los días a la cama con un sueño y cuando he conseguido ese sueño he creado otra meta, otro sueño. Si no tienes sueños, nunca vas a alcanzar nada. Ahora estamos haciendo una casa de huéspedes en la bodega, en Galicia quiero transformar toda la bodega y es probable que salte a otra región de España. Y seguir apostando por la calidad, seguir buscando cada año el girar un poco más la tuerca de la calidad, de la excelencia. Tengo una sensación de obligación en este sentido que marca mi vida.
El problema es que nosotros, con nuestra terminología, le hacemos esto a la gente imposible y eso hay que cambiarlo. El vino tiene que ser algo fácil y descomplicado
¿De dónde viene su fuerte apuesta por el enoturismo?
Yo me he eduqué en el exterior y vi en Napa, en California, cómo la apertura de las bodegas al público generó un fuerte desarrollo de la cultura del vino en un país que no la tenía. Las bodegas allí son como imanes que atraen a las personas y las introducen en el vino sin terminologías complicadas, de la forma más amable y fácil, que es degustando. El concepto contrario al de Europa, donde las bodegas son históricamente lugares cerrados, inalcanzables. Y nosotros nos hemos tomado este cambio muy en serio. Hoy, en metros cuadrados, el 50 por ciento de Murrieta es enoturismo: el proyecto del hotel, la reconstrucción del castillo Ygay, tiendas, salas de cata, etc. Es fundamental abrirnos al exterior. Los que estamos en esto del vino tenemos que lograr que esto sea coloquial, dejar de lado las terminologías extrañas y frías que asustan y alejan a la gente del mundo del vino. No puede ser que la gente lo primero que haga sea disculparse y decirte: ‘es que yo no entiendo de vinos’. Hombre, es tan sencillo como saber si algo te gusta o no te gusta, y luego tratar de entender por qué te gusta. Punto. Ya está, no es más. El problema es que nosotros, con nuestra terminología, le hacemos esto a la gente imposible y eso hay que cambiarlo. El vino tiene que ser algo fácil y descomplicado.
VÍCTOR MANUEL VARGAS SILVA
EDITOR DE LA EDICIÓN DOMINGO
En instagram: @vicvar2
Le puede interesar leer: De vinos por VIlla de Leyva

Sigue toda la información de Cultura en Facebook y X, o en nuestra newsletter semanal.

Conforme a los criterios de

Saber más
Temas relacionados
Mis portales

¡Notamos que te gusta estar bien informado!

¡Notamos que te gusta

estar bien informado!

Para continuar leyendo, si ya eres suscriptor:

En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información aquí