Por Hernando A. Villamizar /
Presidente Sociedad Colombiana de Pediatría
Los caminadores provocan accidentes. Los niños que los utilizan pueden caerse por las escaleras, lo que a menudo ocasiona fracturas de huesos, del cráneo y hemorragias cerebrales.
También podrían quemarse: un pequeño que usa un caminador puede alcanzar más pronto lugares altos, a los cuales, por su edad, no tendría . De este modo, le queda más fácil tirar del mantel de una mesa y hacer caer una taza de café o una bebida caliente, o bien trasladarse hacia la cocina, agarrar las manijas de las sartenes o de las ollas, y quemarse.
Un niño puede caerse en un estanque, una piscina o en la tina del baño mientras usa un caminador. De igual forma, intoxicarse o envenenarse, pues tendrá mayor facilidad para alcanzar líquidos o medicamentos ubicados en una superficie alta.
¡Y estar cerca no asegura nada! Varios estudios informan que la mayoría de los accidentes causados por estos aparatos ocurren ante los ojos de los padres. Un niño que está en un caminador puede desplazarse a más de un metro por segundo.
Muchos padres piensan que los caminadores les ayudarán a sus hijos a aprender a caminar, pero no es así. De hecho, muchas veces pueden retardar su desarrollo.
Si tiene uno de estos, ¡deshágase de él! Así mismo, cerciórese de que no haya caminadores en los sitios en donde deja a su hijo (jardín infantil o en otra casa de familia).
Incluso, aquellos que aparentan tener ‘mejoras’ en seguridad (aparatos más grandes que no pasan por la mayoría de las puertas, con ruedas más anchas y frenos) siguen siendo peligrosos. Todos tienen ruedas, y un niño logra seguir desplazándose rápido y así alcanza objetos retirados.
La Sociedad Colombiana de Pediatría no recomienda el uso de ningún caminador. Piensa que su fabricación y venta deberían prohibirse.